Gentrificación en San Francisco, ¿creencia o realidad?

Es muy discutido el efecto del nuevo fenómeno entre los habitantes del barrio, y algunos llegan a poner en duda si realmente está sucediendo

En tiempos de crisis, la especulación en nuestro país está a la orden del día. Con ella se genera un fenómeno que a simple vista parece beneficioso, tanto para los ayuntamientos como para las promotoras que llevan a cabo los proyectos urbanísticos, pero que tiene un oscuro trasfondo. Este fenómeno es el de la gentrificación. Existe la sensación de que este se ha trasladado al barrio de San Francisco, en Bilbao. Allí, sus habitantes han visto cómo el precio de alquileres, tanto de locales como de pisos, ha ido subiendo a lo largo de estos últimos años. Esta situación repercute en un peor rendimiento de algunos negocios debido a la reducción de ganancias y dificulta la vida de las personas con menos recursos económicos. Sin embargo, no son todos los que la notan, ya que otros no ven que haya un caso de gentrificación en el barrio.

La gentrificación es el proceso de regeneración urbana de un lugar que no se encuentra en buenas condiciones y se trata de cambiar para hacerlo más atractivo a habitantes de fuera. Es un proceso de cambio urbano en el que la estructura de un lugar deteriorado se va sustituyendo por otra renovada y, por lo tanto, más cara, lo que hace que la población sea desplazada por nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Esto puede generar una problemática social. Se ha llegado a dar casos en los que la población ha sido sistemáticamente sustituida y apartada, viéndose obligada a buscar otras alternativas más económicas y acordes a su antiguo barrio y, prácticamente, a renunciar a sus relaciones con amigos y familiares.

Así lo plasma, por ejemplo, Ane Arruabarrena. Lleva 30 años viviendo en San Francisco y comenzó a trabajar en un bar de la calle Hernani hace cinco meses. Ella asegura que existe especulación en el barrio, ya que «San Francisco está de moda con los nuevos negocios, y el precio de la vivienda ahora está por las nubes”. También está Ángeles García, propietaria de una tienda de moda vintage, que en el tema de los alquileres se muestra realista. “Es cierto que han subido los precios, y esto conlleva un descenso de la calidad de vida”, manifiesta. Sin embargo, para ella la culpa no es de los nuevos negocios que, en su opinión, lo que hacen es darle más vida al barrio.

Por otro lado, Endika Rojas, dueño de Pinturas Elexpuru S.A., considera que el precio de los alquileres no ha subido a causa de la llegada de nuevos inquilinos a las viviendas del barrio. Por lo tanto, según Rojas, la gentrificación no está afectando en gran medida al encarecimiento de la vivienda. “En otros barrios se puede notar más, aquí no”, afirma. “Ahora se centran más en reestructurar edificios que en la propia reestructuración de la sociedad, ya que en los 15 años que llevo trabajando aquí no he visto grandes cambios”, añade.

Gentrificación a medias

Entre las personas que piensan que sí puede haber pinceladas del fenómeno en San Francisco, a su vez creen que no está siendo en todos los aspectos. Por ejemplo, coinciden en que uno de los asuntos pendientes es la seguridad, algo fundamental para subir el precio de las viviendas de una zona. Según Arruabarrena, “el barrio sigue siendo malo como hace unos años, y en eso es en lo que se fija la gente”. Además, el sentimiento de dejadez es algo bastante extendido por el barrio, llegando a creer que el consistorio interviene poco o nada en la zona. “Unas amigas han tenido una reunión con el Ayuntamiento y esto parece que ha ayudado, ya que se nota más presencia policial en la zona”. Este encuentro tuvo lugar hace tan solo 10 días.

Pese a todo, es innegable que la zona ha mejorado en estos últimos años. Así lo piensa, al menos, Ángel Lorente, responsable del Distrito 05 Ibaiondo, distrito al que pertenece el barrio. “San Francisco ha mejorado económicamente, hay mayor actividad cultural e incluso un referente en cuanto a la hostelería como la zona de Marzana. Aparecen negocios nuevos, se han mejorado infraestructuras, está el centro cívico de Harrobia o la haurreskola”, cuenta Lorente. Sobre la gentrificación, el coordinador cree que puede que sea visible, pero que también se aprecia en otros barrios bilbaínos. ”Las mejoras pueden perjudicar, pero también se llevan a cabo en Deusto, Indautxu… lo que está claro es que se ha invertido más dinero”, relata.

En cuanto a lo conflictivo del barrio, parece haber un cierto consenso entre comerciantes. Ángeles García, al igual que Ane Arruabarrena, cree que existe una «línea roja” de entrada al barrio que pocos quieren pasar al conocer la situación en San Francisco. O al menos la anterior situación, ese prejuicio que se extendió por toda la ciudad. Sin embargo, se siente muy cómoda en la calle Conde Mirasol, donde se encuentra su tienda. “Desde el minuto uno me he sentido muy acogida. No he notado esa exposición al peligro a la que algunos hacen referencia”, afirma con rotundidad García. Para ella, los diferentes colectivos dan mucha vida al barrio. También opina que su negocio permite que nuevos tipos de comercio lleguen al barrio. Así mismo, para García su público objetivo está en San Francisco ya que este es quien acude a su tienda. “Nos pareció un barrio súper canalla -siempre recalca que en el buen sentido de la palabra- en el que convivían muchas culturas y gentes”.

Antes, San Francisco era un barrio muy humilde. Lo sigue siendo, pero a la vez es una oportunidad para las inmobiliarias de hacer negocio con el mencionado fenómeno de la gentrificación, lo que pone en peligro el hogar de mucha gente. Aunque todavía no haya quedado evidente su efecto en las calles de San Francisco, sus vecinos no deben permitir que se vean obligados a moverse. Lorenzo Vicario, sociólogo y profesor en la Universidad del País Vasco,  aseguró en una entrevista en la Cadena Ser en julio de 2016 que esta no es una forma de solucionar los problemas, sino de desplazarlos. Y es que, mal llevada, no deja de ser una sustitución de la población por otra con mayor poder adquisitivo.

 

Eneko López de Uralde y Gabriel Prada

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